sábado, 26 de julio de 2014

La Petrecerea de moţ


Caminaban por la Piața Revoluției, justo frente al antiguo edificio del Comité Central del Partido Comunista. Desde allí, en 1989, Nicolae Ceauşescu, realizó un último  y desesperado intento para calmar a los manifestantes antes de huir precipitadamente de Bucarest en un helicóptero. Una fuga rocambolesca que acabó con su captura y posterior ejecución. Norte no pudo menos que imaginarse aquella gran plaza, ahora vacía, abarrotada de rumanos reclamando libertad y al matrimonio Ceauşescu lanzando proclamas desesperadas desde el balcón de aquel edificio de corte oficialista que, no sabía muy bien porqué, le recordaba a la KGB.

 ̶  ¡Corre, que no llegamos! –exclamó Ionela, arrastrándolo literalmente tras ella.


̶  Calma, todavía faltan diez minutos, tenemos las entradas y prácticamente ya hemos llegado   ̶ le contestó Norte señalándole el edificio del Ateneo Romano que ya se entreveía al fondo ̶ . Vuelve a contarme la historia de la huida de los Ceauşescu.

El gesto de contrariedad de Ionela fue más que evidente. Y le extrañó, ya que desde que la conocía jamás había tenido prisa, es más, el sosiego y serenidad  de los que hacía gala, eran una de las muchas cualidades que Norte más apreciaba en ella… a pesar de que, en muchas ocasiones, había tenido que esperar lo indecible a que acabara de prepararse antes de salir. La cantidad de frascos con cremas, ungüentos y afeites que utilizaba era ingente y Norte estaba convencido que tenía más de un producto para cada parte de su cuerpo. En todo caso, en ella, eso era una virtud que también él estimaba.. 
    
̶  Pero solo un par de minutos. Quiero estar en la sala cuando haga su entrada el director  ̶  le advirtió Ionela.

̶  Está bien, pero favor cuéntame cómo fue la fuga.

̶  Como te podrás imaginar yo no “fui allí”,… era muy pequeña  ̶ precisó a la vez que en su rostro se dibujaba una sonrisa maliciosa ̶   mi tío, que vivía aquí en Bucarest, sí que estuvo y fue él quien nos lo contó infinidad de veces, de hecho creo que en cada una de las comidas familiares que se celebraron desde entonces.

El rumano es una lengua densa y exuberante llena de influencias orientales y oír hablar el español a Ionela, con ese acento y sonidos casi idénticos al italiano, aderezados con influencias eslavas y algún que otro error de léxico conformaban un resultado único que lo tenía absolutamente fascinado.

̶  Pero ¿es cierto que Nicolae y Elena Ceauşescu hablaron desde ese edificio?  ̶  insistió Norte.

̶  Dicen que en esta plaza había unas 100.000 personas. En principio se pensaba en un gran acto de exaltación de Nicolae Ceauşescu y del PCR (Partido Comunista Rumano), sin embargo, poco a poco, los vítores de los seguidores del régimen fueron sofocados por los abucheos y gritos de una multitud furiosa. Mi tío Constantin me contó  ̶ continuó Ionela ̶  que casi desde el principio del discurso comenzaron a increparle de tal manera que impidieron que continuara. Gritos de !Abajo Ceauşescu!, !Timisoara!, ¡Libertad!, !Muerte al comunismo!, así como el lanzamiento de piedras contra el edificio, hicieron que la televisión estatal se viera obligada a cortar la transmisión. Incluso en un momento concreto se escuchó por los altavoces como Elena le decía a su esposo que les prometiera lo que fuera para intentar calmarlos,… sin darse cuenta que el sonido estaba conectado. En fin, después su precipitada huida en un helicóptero que los esperaba en la azotea, el secuestro de un coche a punta de pistola por sus guardaespaldas y la posterior captura en un control de carretera. El final, por favor, no me pidas que te lo cuente.

La tomó por la cintura y la atrajo hacia sí percibiendo de inmediato la calidez de su cuerpo y el suave olor a perfume a agua de rosas que despedía. Norte sintió haber insistido para que, a pesar de no haberlo vivido directamente, le relatara un pasaje de la historia de su país que a Ionela no le gustaba. Un juicio sumarísimo, sin muchas garantías judiciales, seguido de una ejecución inmediata, todo ello grabado, emitido por la televisión pública rumana y ahora colgado en internet, posiblemente no resulte nada edificante para las generaciones de rumanos y rumanas que no lo vivieron directamente.

̶  Lo siento  ̶ se disculpó, arrepentido.

Continuaron caminando a buen ritmo por la Piața George Enescu y en apenas cinco minutos se encontraban frente al Ateneo Romano, el imponente edificio neoclásico con ciertos toques románticos y  sala de conciertos principal de la ciudad.


̶  ¿No te dije que nos sobraba el tiempo?  ̶  le regañó cariñosamente Norte, comprobando la hora en su reloj ̶   son las siete en punto.

̶  ¡Bien! ¿Sabes que lo que has dicho?

̶  Simplemente la hora, ¿ocurre algo?  ̶  contestó sorprendido.

̶  ¡Pues claro! Cómo es posible que no sepas que si miras el reloj cuando es una hora en punto quiere decir que alguien te quiere; si lo miras un minuto antes de la hora exacta significa que esa persona dejó de quererte pero te quiso mucho; y si lo haces un minuto después significa que alguien te engaña.

Sorprendido, Norte no pudo menos que reírse ante la ocurrencia de Ionela. Todavía no tenía claro si se burlaba de él o, simplemente, como muchos de sus compatriotas, era supersticiosa.

̶  Y eso,  ¿qué quiere decir?

̶  Pues eso, tonto. Que hay una persona que te quiere, … y no puede ser otra que yo, ¿o no?

Entraron celebrando la gracia y, después de atravesar un bellísimo hall, se dirigieron rápidamente hacia la sala de conciertos, antes de que el director de la orquesta hiciese su entrada. 


La sala de conciertos tenía  un aspecto imponente, decorada con un fresco, de unos 3 metros de altura que rodeaba toda la base de la bóveda circular.

̶  ¿Te gustan las pinturas? Su autor es Costin Petrescu. Muestra los momentos más importantes de la historia de Rumanía, creo que comienza con la conquista de Dacia por el emperador romano Trajano hasta la creación de la Gran Rumanía en 1918.


Se sentaron apresuradamente en las butacas que habían reservado, en una de las filas centrales. Verdaderamente la sala se veía fantástica…

̶  Por cierto   ̶ comentó Norte tomándole la mano ̶   ¿no te tomarás en serio esa superstición absurda de la hora y los minutos?

̶  Pero, ¿por quién me tomas?   ̶ respondió un poco enojada ̶  pues claro que no. En mi país estas pequeñas supersticiones están muy extendidas, evidentemente mucho más en el mundo rural y entre los mayores, casi hasta el punto de convertirse en tradiciones.

̶  La verdad es que tenéis muchas. Por ejemplo, ayer mismo leyendo una guía cuando volaba hacia aquí, me encontré un artículo sobre el tema y la verdad recuerdo que citaba unas cuantas, incluso una que me llamó la atención:  la de cortarle a los bebés el pelo por primera vez.

̶  Ah sí, la Petrecerea de moţ, es una tradición muy bonita   ̶ sonrió como si de pronto en su mente se agolparan recuerdos felices de su niñez ̶ . Consiste en que a los bebés se les corta el pelo por primera vez el día que cumplen un año. Todo comienza cuando la madrina toma un mechón de pelo y lo ata con una cinta, lo pasa por un anillo y lo corta. Después lo pega a una moneda de plata con cera de la vela que se empleó en el bautizo del niño y se guarda. Finalmente se le coloca al bebé frente a una fuente con los objetos más dispares como un bolígrafo, una calculadora, dinero, un libro, las llaves de un coche, etc y se deja que el niño escoja según su predilección y según el objeto elegido se prevé su futuro. Por ejemplo, si escoge un libro o un bolígrafo será buen estudiante.

̶  ¿Y tú?, ¿qué elegiste?

̶  Yo nada -respondió sonriendo-, era muy presumida y me madre no consintió que me cortasen mis hermosos cabellos y, mucho menos, que me rapasen.

En ese momento la sala estalló en aplausos. El director de orquesta acababa de hacer su aparición y Ionela, tomándolo de la mano, le pidió que guardara silencio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Haz un comentario