Con media hora de retraso, salieron precipitadamente de su habitación hacia la puerta del hotel donde ya hacía un buen rato que un taxi los esperaba. Francesca había logrado superar la prueba con nota. Como si de la chistera de un mago se tratara, de su maleta comenzaron a salir las prendas y los complementos que dieron como resultado una mujer fantástica.
̶
La Chiesa di San Rocco
all'Augusteo in Largo San Rocco, per favore.
Norte sonrió al percatarse de la
mirada que, a través del espejo retrovisor, el joven taxista dedicó a Francesca. De pronto un sentimiento
insólito y desconocido asomó en él. Una mezcla de algo parecido a los celos y, a
la vez, de halago por la muestra de admiración/deseo hacia su acompañante.
Sorprendido por esa inédita sensación, se acercó más a ella hasta sentir sus
rizos en su rostro y aspirar ese aroma que disolvía literalmente su médula; tanto que no pudo resistir el
deseo de acariciar sus muslos y sentir la calidez de su piel a través de la
seda del vestido.
El vehículo recorrió a buen ritmo
las estrechas y atestadas calles del centro de Roma hasta alcanzar Lungotevere,
la vía que acompaña al río Tíber en buena parte de su recorrido por la capital
romana y apenas quince minutos más tarde se encontraban estacionados frente a
la iglesia de San Rocco, a escasos metros de su destino final.
̶
¿Me dirás por fin a dónde vamos? ̶
preguntó sorprendida Francesca al bajar del taxi mientras se ponía sus
gafas de sol.
̶
Un poco de paciencia ̶ sonrió irónico
mientras buscaba un número en la agenda de su teléfono.
Tras una corta conversación
telefónica, en la que Norte apenas intercambió un par de monosílabos con su interlocutor, la tomó de la
cintura y se dirigieron caminando hacia el Ara
Pacis Augustae, situado a un centenar de metros más adelante.
̶
¿Y eso? ̶ preguntó ella en
referencia a un enorme cubo de color rojo que se levantaba justo al lado de la
entrada del monumento y en torno al cual había un pequeño revuelo de gente.
̶
Un poco de paciencia ̶ le
contestó sonriendo a la vez que no perdía de vista la puerta de entrada.
Por fin, tras apenas un minuto de
espera, Norte encontró a quién buscaba.
̶
Ciao Marcelo. Come va?
̶
Bène, gràzie, e tu? come stai?
̶
Bien, muy bien. Te presento a Francesca. Francesca, este es Marcelo, un
buen amigo.
De inmediato, tras un breve
saludo, los condujo al interior del edificio de líneas minimalistas diseñado
por Richard Meier para acoger el monumento y protegerlo de la
contaminación que lo estaba dañando.
Un numeroso y ocupado equipo de
personas estaba dando los últimos toques a una espectacular puesta en escena.
En el centro el Ara Pacis y rodeándolo, a diferentes alturas, numerosos grupos
de maniquíes con trajes de fiesta rojos y blancos.
̶
Mamma mia!, pero… ¿qué pasa
hoy aquí? ̶ Francesca se sacó las gafas
de sol entusiasmada.
̶ Es parte de la sorpresa, pero creo que todavía tenemos un rato. Es en realidad la materialización del testamento espiritual del emperador Augusto - le aclaró Norte, a quién la serenidad del monumento siempre lo había fascinado-. Ven, acércate ̶ y tomándola de la mano se dirigieron a uno de los laterales del altar.
̶ Es parte de la sorpresa, pero creo que todavía tenemos un rato. Es en realidad la materialización del testamento espiritual del emperador Augusto - le aclaró Norte, a quién la serenidad del monumento siempre lo había fascinado-. Ven, acércate ̶ y tomándola de la mano se dirigieron a uno de los laterales del altar.
La luz del atardecer incidía
sobre el mármol de Carrara destacando todavía más la decoración escultórica que
recubre el edificio.
̶
Fíjate en este cuadro procesional, el flaminius lictor, con la cabeza cubierta y el hacha sagrada sobre
la espalda, después Agripa seguido por el pequeño Cayo César, Julia la Mayor, Tiberio,
… esculpidos en diferentes planos.
Un pequeño revuelo les anunció
que algo estaba a punto de suceder. Marcelo se acercó a ellos con un paquete en
sus manos.
̶
Valentino está a punto de llegar, hoy presenta su nueva fragancia: “Rock`n`RoseCouture” ̶ les aclaró, entregándole a
Francesca el pequeño paquete elegantemente envuelto en un brillante papel de
color rojo intenso ̶ . Mi jefe quiere que seas una de las primeras mujeres en
tenerlo.
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